Reseña del Concierto de Ed Sheeran: Sonidos Subcontinentales y Fragmentos de Oscuridad, pero Inconfundiblemente Él

Como él mismo señala en la primera canción de Play, Ed Sheeran lleva ya mucho tiempo en la escena musical. Han pasado 20 años desde que lanzó su álbum debut de forma independiente y 14 desde que firmó con un sello discográfico importante y se convirtió en el artista británico con más éxito comercial de su generación. Tanto tiempo que ahora vemos aparecer estrellas del pop que lo citan como una influencia formativa. (El cantautor Myles Smith, que apenas entrando en la adolescencia cuando Sheeran lanzó su álbum de éxito +, incluso toca una de esas guitarras acústicas pequeñas que por tanto tiempo han sido el sello de Sheeran). Ciertamente, es tiempo suficiente para que cualquiera con un mínimo interés sepa qué esperar cuando Ed Sheeran saca un disco nuevo.

El éxito de Sheeran se basa en una cierta confiabilidad: no parece importar con quién colabore –Pharrell Williams, Eric Clapton, Eminem, Aaron Dessner de The National– los resultados siempre suenan exactamente a Ed Sheeran. Que veas esto como evidencia de una firma melódica tan fuerte que resuena sin importar el contexto musical, o como una falta de imaginación artística, depende de si estás entre los que han contribuido a sus ventas acumuladas de 200 millones, o eres parte del grupo vociferante que lo ve como la encarnación de todo lo que está mal con la música. Este último campo recibe un guiño en la prosaicamente titulada canción inicial Opening, esencialmente una contraparte más vieja y golpeada de You Need Me, I Don’t Need You, el tema de 2011 que afirmaba con seguridad su autenticidad: “No es la estrella de pop que dicen preferir”, rapea Sheeran.

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Sólido, confiable: son adjetivos que se podrían aplicar a Play. Sus dos últimos álbumes, el discreto de 2023 y Autumn Variations, fueron hechos con Dessner, el co-arquitecto de los álbumes folclóricos de confinamiento de Taylor Swift: el primero fue el disco de Sheeran más aclamado por la crítica, pero el público pareció menos convencido. Play tiene un aire de querer tranquilizar a los accionistas: la gran noticia es que Sheeran fue a Goa para completarlo, pero –como con la incursión en la música persa del sencillo Azizam– los sonidos del subcontinente que impregnan el producto final se sienten como decoración superficial.

Hay percusión tradicional india aquí y allá, notablemente en Heaven, además de voces en hindi y punjabi y una aparición del cantante bengalí Arijit Singh en Sapphire, pero nada de eso realmente abruma la esencia de Ed Sheeran de los temas: el primero es dulcemente emotivo, el segundo es el tipo de canción uptempo de Ed Sheeran que está un poco demasiado ansiosa por agradar y termina siendo un poco irritante. Con tablas y letras en hindi o no, nadie se preguntará nunca quién los hizo, especialmente cuando están dispersos entre material más tradicional, que va en calidad de regular (las reflexiones con guitarra acústica de Old Phone) a excepcionalmente bien elaboradas: el poder despiadadamente efectivo de las baladas Camera y The Vow, el piano lo-fi de In Other Words, esta última otra contribución a una pila tambaleante de canciones de Sheeran que parecen diseñadas para el primer baile de los recién casados.

Y las canciones grabadas en India se sienten menos impactantes que dos temas hechos más cerca de casa. Una co-escritura con Fred Again, Don’t Look Down, coloca fructíferamente la voz de Sheeran entre sintetizadores de rave luminosos y, eventualmente, un beat de house contundente. Y el destacado Symmetry abre con percusión y voces indias en loop pero rápidamente flota en una dirección diferente, involucrando voces espectrales y un sub-grave intenso. No es una reinvención radical, pero se siente a un artista presionando suavemente los límites.

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Dicho esto, Play no es incapaz de deparar genuinas sorpresas: resulta bastante impactante oír a Sheeran llamar a alguien “un idiota” en A Little More, para luego seguir con una línea que definitivamente califica como un insulto brutal: “Y por el bien de tu padre, por favor mudate de la casa de tu padre”. La temperatura emocional de la música de Sheeran hasta la fecha ha ido de lo triste a lo enamorado. Nunca había sonado enojado. No está claro a quién va dirigida la canción, o qué le han hecho para enfurecerlo, pero en A Little More, parece genuinamente furioso: “Te odio… un día todos estaremos muertos pero entre ahora y entonces no quiero verte nunca más”. Es inesperado y extrañamente estimulante, su impacto amplificado por un piano eléctrico sutilmente efectivo y vientos con influencias de Amy Winehouse.

Una curiosamente oscura corriente emocional subterránea sigue brotando a lo largo de Play. Hay alusiones al círculo de amigos de Sheeran reduciéndose, a “sanguijuelas” y a que su corazón ha sido roto por “seres queridos”. Hay referencias a la muy comentada ambición profesional de Sheeran que la hacen sonar paranoica y compulsiva –”si miro hacia abajo puedo ver reemplazos… en este mundo no hay relax”– y está Slowly, ostensiblemente solo una canción sobre extrañar a su esposa cuando ella se va “un par de días” que se expresa en términos tan extremos que resulta inquietante: “mátame lentamente”, “esto es amor puñalada en el corazón”, “estoy muriendo en vida”.

Por supuesto, estos matices de oscuridad es poco probable que afecten el éxito comercial de Play. Todos sus sencillos anteriores ya tienen cifras de streaming que parecen números de teléfono. Pero sí significa que lo dejas preguntándote qué diablos está pasando: el último sentimiento que uno espera tener con un álbum de Ed Sheeran.

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