Reseña de ‘La Voz de Hind Rajab’: una provocadora docuficción feroz, urgente y desgarradora | Cine

No hay duda sobre qué pelicula ha encandilado el Festival de Venecia: esta del cineasta tunecino Kaouther Ben Hania. La Voz de Hind Rajab trata del aterrador calvario de la niña palestina de cinco años Hind Rajab, quien fué asesinada en 2024 por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Gaza, en el coche de su tío, junto a seis miembros de su familia y dos paramédicos que intentaron rescatarla. La propia Rajab, que sobrevivió al ataque inicial de las FDI que mató a quienes la rodeaban, permaneció horas al teléfono con la Sociedad Palestina de la Media Luna Roja (PMLR), suplicando desesperadamente ayuda.

Con una audacia asombrosa, Ben Hania ha utilizado la grabación real de la desgarradora voz de Rajab, mientras reconstruye ficticiamente el drama de los respondedores de emergencia en su oficina, con personas reales interpretadas por actores, que hablan, gritan y reaccionan a la voz real de Rajab.

El resultado fué recibido con una ovación de 23 minutos en Venecia, aproximadamente un cuarto de la duración de la película, y se reportó que periodistas y asistentes lloraban en la sala. Tras esta recepción apasionada, otros se han preguntado si no hay algo cuestionable o explotador en presentar esta auténtica grabación en un drama de suspenso hollywoodense, haciendo que actores lloren y se enfaden junto a una especie de holograma docuficticio, casi instruyendo al público sobre cómo deberían responder ellos también. Me pregunto. Quizá la idea de alto concepto de Ben Hania es debatible, y quizá hubiera sido igual de conmovedor presentar esta extraordinaria grabación real en el contexto documental directo de entrevistas con los respondedores. Esto podría haber aclarado qué pasó desde su punto de vista, por qué se les impidió ayudar a Rajab y qué sigue obstaculizándolos.

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Pero también hay que decir: hay un tipo de brillantez provocativa y despiadada en lo que Ben Hania está haciendo. ¿Es de mal gusto? ¿Problemático? Bueno, en un mundo donde los directores nos entretienen con historias inventadas sobre personas inventadas, Ben Hania al menos agarra uno de los temas más relevantes de nuestro tiempo y encuentra la forma de ponérnoslo delante. No estoy de acuerdo con quienes dicen que hay “silencio” sobre Gaza cuando es tan dominante en nuestro discurso, pero la directora tiene razón en buscar una forma de conectar con el mundo real. En 20 años, quizá no haya debate sobre la propiedad de contar esta historia con una mezcla docuficticia. ¿Por qué no hacerlo ahora, cuando el tema está vivo?

Motaz Malhees interpreta a Omar, el operador del centro de emergencias, que recibe la llamada desesperada del primo de Rajab en Alemania, al que llamaron desde el coche. Desde ahí, Omar establece contacto docuficticio con la propia Rajab, cuyos gritos insoportablemente tristes y reales atraviesan la trama del drama: “¡Mi familia está muerta!”… Omar tiene que ser calmado por su supervisora, Rana (Saja Kilani).

Omar descubre que la niña está en una gasolinera a solo ocho minutos en ambulancia, y algunos de los momentos más angustiosos de la película consisten en mostrar el mapa digital de la PMLR con la ambulancia avanzando lentamente por calles bombardeadas. Pero el protocolo impide ordenar simplemente que la ambulanza avance. El coordinador Mahdi (Amer Hlehel) tiene que explicarle a Omar que no puede simplemente ordenar a los conductores que se muevan. Primero debe establecer una ruta clara y segura, lo cual requiere una cooperación que consume tiempo con el Comité Internacional de la Cruz Roja y la unidad israelí de Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios. Una salida precipitada resultaría en que la ambulancia sea alcanzada y sus ocupantes muertos.

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Y así Ben Hania nos lleva al tema que siempre recurre en este debate. Omar grita con rabia: “¿Cómo puedes coordinar con el ejército que los mató?”. Omar hace la acusación familiar: complicidad. Mahdi tiene que mantener la calma y explicarle a Omar que esta es la realidad con la que debe lidiar. Es una obra feroz y vehemente.

La Voz de Hind Rajab se proyectó en el Festival de Cine de Venecia.