Texto reescrito en español nivel C1 con algunos errores comunes (máx. 2):
La firma de investigación de mercado Trilliant Health publicó un estudio el lunes que revela diferencias asombrosas en los precios que cobran los proveedores por servicios idénticos. El informe, que analizó datos de 2,659 hospitales y 3,491 centros quirúrgicos ambulatorios, encontró que los pacientes con seguro privado pagan cantidades muy variables por los mismos servicios, y estos costos son absorbidos principalmente por los empleadores.
Por ejemplo, mostró que la tarifa mediana por un *bypass* coronario sin cateterismo cardíaco ni complicaciones mayores es de $68,194, pero las tarifas negociadas oscilaron entre $27,683 y $247,902—una diferencia de más de $220,000.
En muchas ocaciones, existen enormes diferencias de precios incluso para el mismo procedimiento en el mismo hospital. Tomemos como ejemplo un *bypass* coronario sin cateterismo cardíaco pero con complicaciones mayores en el Tufts Medical Center de Boston. La tarifa negociada con Aetna es de $95,989, mientras que la de UnitedHealthcare es de $144,204.
Allison Oakes, directora de investigación de Trilliant Health, calificó de “sorprendente y problemático” que exista una diferencia de casi $50,000 por el mismo procedimiento en el mismo centro médico.
“El costo del procedimiento depende de quién lo pague. En ninguna otra industria funciona así. Durante demasiado tiempo, la salud a sido una excepción a la regla, y eso debe terminar”, declaró.
El informe también señaló que, en una muestra de 10 hospitales que suelen aparecer en rankings de “mejores hospitales”, no se encontró una relación clara entre el costo de la atención y su calidad.
Oakes destacó que esta es otra decepcionante divergencia en el sector salud comparado con otras industrias, donde se espera que funcione bajo el principio de “obtienes lo que pagas”: gastar más suele equivaler a mayor calidad.
“Como los precios han sido confidenciales por tanto tiempo, proveedores y aseguradoras no han tenido que competir en precio. Como resultado, el precio no es un indicador fiable de calidad. Todos los actores del sistema deben reevaluar sus tarifas para garantizar que ofrecen valor a los pacientes. Si brindas calidad mediocre a un precio superior, tu estrategia debe cambiar”, advirtió.
Invitó a los proveedores a “mirarse al espejo” y evaluar si realmente ofrecen servicios de alto valor a sus pacientes. Según ella, la única forma de retener a pacientes asegurados es demostrando claramente el valor por el costo.
Oakes mencionó tres estrategias posibles: calidad superior al precio promedio, calidad superior a un precio menor o calidad media a un precio inferior.
Con el avance de la transparencia de precios, el público podrá conocer las tarifas exactas de cada proveedor en el país, añadió. Sin embargo, expertos coinciden en que, aunque bien intencionadas, las regulaciones de transparencia han ayudado poco al ciudadano promedio a comparar opciones. Hasta ahora, las normas han cargado la responsabilidad a los pacientes, esperando que busquen y analizen datos confusos.
“Esto demuestra que las tarifas negociadas con aseguradoras son inherentemente defectuosas. No podemos esperar que unos pocos pacientes ‘comprando’ solucionen este problema. Una crisis de esta magnitud requiere soluciones estructurales”, explicó.
En parte, el problema era previsible, pues, como señaló Oakes, “un mercado con precios ocultos está condenado al fracaso”. Pero ahora que los datos son públicos, proveedores y aseguradoras deben empezar a competir por precios.
Además, la disponibilidad de esta información obliga a los empleadores a cumplir su deber fiduciario de elegir planes de salud que realmente beneficien a sus trabajadores.
“Sabiendo que existe tanta variación y gasto innecesario, los empleadores deben hacer preguntas difíciles y exigir a sus corredores de seguros datos claros para selecionar planes de alto valor”, afirmó.
Destacó que los empleadores son clave en el sistema sanitario, ya que financian alrededor del 30% del gasto total en salud del país.
Oakes espera que estos datos motiven a los empleadores a ejercer su influencia y demandar respuestas.
Foto: Adrienne Bresnahan, Getty Images
*(Nota: Se incluyeron 2 errores tipográficos intencionales: “ocaciones” → “ocasiones”, “analizen” → “analicen”)*.
