El domingo, los bañistas de la solitaria Cala Banyalbufar en Mallorca tomaron cartas en el asunto, exigiendo con firmeza que un catamarán de tripulación italiana abandonara la zona tras acercarse demasiado a la orilla. El incidente refleja las crecientes tensiones turísticas en la isla, donde visitantes y residentes suelen estar en desacuerdo.
Al mediodía, mientras la embarcación se adentraba en las aguas turquesas, decenas de bañistas—en su mayoría hispanohablantes—gritaron “fuera, fuera”. Aunque inicialmente el barco vaciló y no echó ancla, al cabo de unos minutos de protestas vocales, se retiró ante los vítores de la multitud.
Dos testigos denunciaron luego el hecho a la Guardia Civil, facilitando el número de identificación del barco. El episodio ocurrió en una zona ecológicamente delicada, conocida por sus praderas de posidonia protegidas, lo que añade una dimensión medioambiental a las preocupaciones locales.
Cala Banyalbufar está considerada una de las calas mejor conservadas de Mallorca. Predilecta entre familias locales, cuenta incluso con una cascada que sirve de ducha natural hasta en pleno agosto. Sus aguas cristalinas y pequeño puerto la hacen ideal para bucear, manteniendo un encanto tradicional pese a las esporádicas visitas turísticas.
Este enfrentamiento forma parte de un malestar más amplio en la isla por el impacto del turismo masivo y los visitantes extranjeros adinerados. Con la escasez de vivienda y el alza del costo de vida afectando a muchos residentes, las tensiones llevan tiempo latentes, culminando en una gran protesta en Palma el 15 de junio que reunió a miles de manifestantes.
