Un reciente debate en una página popular de Facebook destacó preocupaciones sobre el número de plazas de aparcamiento para discapacitados en el nuevo Carrefour de Mijas Costa, lo que ha obligado a conductores sin discapacidad a estacionar más lejos.
Algunos expresaron frustración por el inconveniente de un viaje rápido para comprar básicos como pan. Sin embargo, la conversación cambió rápidamente cuando varios participantes señalaron un problema mucho más grave: conductores sin escrúpulos que ocupan plazas para discapacitados sin permiso válido.
Euro Weekly News habló con James, quien ha dependido de estas plazas durante casi 30 años para acceder a su silla de ruedas, y su pareja, Simone, quien lucha diariamente para asistirlo en tareas esenciales como visitas al médico, trámites o compras. «Algunas personas aparcan en plazas para discapcitados todos los días sin falta», dijo James. «Su excusa siempre es: ‘Solo será un minuto’, pero luego los veo tomando una cerveza en el bar de enfrente». Sorprendentemente, muchos infractores son expatriados como ellos, así que el idioma no es excusa.
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James tiene la suerte de contar con la ayuda de Simone para entrar y salir del coche. Otros, como una amiga mayor que vive sola, no tienen tanta suerte. «Seis de cada diez veces, tiene que rendirse y volver a casa», compartió Simone. «No hemos salido a comer o tomar algo en nuestro pueblo en más de cuatro años, porque no podemos aparcar en ningún lado», añadió James.
Flagrante arrogancia al aparcar en plazas para discapacitados sin tarjeta azul.
Crédito: DDMA FB
Simone relató múltiples intentos de recordar amablemente a los conductores que están en una plaza reservada. «Le pregunté a una mujer si sabía que estaba en una plaza para discapacitados. Me respondió: ‘¿Qué haces fuera después de las 5 pm?’, como si los discapacitados tuvieran toque de queda». Aclaró: «La tarjeta azul no siempre significa que el conductor tenga discapacidad. Puedo estar recogiendo a James o sacando su silla de ruedas».
Obtener una tarjeta azul en España no es fácil, explicó James. «Tuve que enfrentarme a 12 médicos y la Seguridad Social. Tomó años. Te examinan minuciosamente, incluso te desnudan, y cada pocos años hacen preguntas trampa para verificar tu necesidad». Simone añadió: «No es como en el Reino Unido, donde es solo papeleo. Aquí es riguroso, y debería serlo». Sin embargo, a pesar del estricto proceso, el verdadero desafío comienza tras obtener la tarjeta: encontrar una plaza que no esté ocupada por un conductor sin discapacidad que aparca por comodidad.
La guerra por las plazas para discapacitado se vuelve agresiva
«El abuso que enfrentamos es agotador», suspiró Simone. «Intento concienciar sobre cómo esto afecta a las personas con discapacidad, pero ya no confronto a los conductores por su agresividad. Esperan que James salga del coche solo, no que yo, una persona sin discapacidad, lo ayude». James señaló: «Apretujarse en una plaza normal y desplegar una silla de ruedas es imposible».
EWN preguntó: «Con los coches cada vez más grandes pero las plazas igual, ¿cómo gestionan los usuarios de sillas de ruedas viajes esenciales como ir al médico o comprar?». «No lo hacen», respondió Simone. «Simplemente se van a casa». Lo correcto sería llamar a la policía local y esperar a que lleguen para multarlos. Pero, en realidad, ¿quién tiene tiempo de esperar una hora a que vengan y hagan poco?.
Al preguntarles por los peores lugares, James mencionó Carrefour, Aldi, Lidl y el aparcamiento cerca de Correos en Coín. Hablamos en un café de una gasolinera BP cerca de Alhaurín Golf. Su coche estaba aparcado torcido y en diagonal porque tres motos bloqueaban la plaza para discapacitados.
La guerra por las plazas para discapacitados: la policía local hace muy poco
Para ser justos con los establecimientos mencionados, la culpa no es solo suya, ya que los aparcamientos suelen depender del ayuntamiento. James y Simone señalaron que la policía local casi no hace cumplir las normas. A pesar del aumento de plazas para discapacitados en nuevos aparcamientos, el problema empeora. Cuando un conductor ve a otro sin tarjeta usar una plaza reservada, parece normalizar el comportamiento, lo que aumenta la frecuencia y deja a quienes realmente las necesitan excluidos de actividades cotidianas y cada vez más confinados en sus casas.
Sigue la lucha de Simone y otros en Don’t Dis My Ability, un grupo de Facebook donde residentes de Málaga comparten experiencias sobre el irrespeto a las plazas para discapacitados.
Cómo solicitar una tarjeta azul en España.
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