Los Problemas del Suelo Pélvico Afectan a 1 de Cada 3 Mujeres — Lo Que Debes Saber

Molestias pélvicas, pérdidas de orina y estreñimiento crónico son señales de que tu cuerpo pide ayuda. Sin embargo, millones de mujeres ignoran estos síntomas, pensando que son parte del envejecimiento o consecuencias del parto. Ese silencio crea una gran brecha en la atención, dejando a muchas sufrir innecesariamente por años sin saber que hay un nombre para lo que experimentan—y lo más importante, que existen soluciones efectivas.

La verdad es que la disfunción del suelo pélvico afecta a más mujeres de lo que se cree, pero rara vez se habla abiertamente. Ya tengas 25 o 75 años, estos síntomas aparecen lenta o repentinamente, desencadenados por esfuerzo físico, desequilibrios musculares o cambios hormonales y de peso. Y una vez que interfieren con tu vida diaria, el impacto es agotador emocional, social y físicamente.

No tienes que aceptarlo como tu nueva normalidad. Con las estrategias y apoyo adecuados, puedes reentrenar tu cuerpo, recuperar la función y sentirte segura de nuevo. Para lograrlo, debes entender qué ocurre realmente bajo la superficie y cómo las investigaciones más recientes están revelando lo comunes y tratables que son estos trastornos.

Los trastornos del suelo pélvico son mucho más comunes de lo que muchos médicos creen

Un estudio publicado en Scientific Reports analizó a 25.425 mujeres adultas atendidas en clínicas de medicina familiar e interna para determinar cuántas tenían trastornos del suelo pélvico (TSP), un grupo de afecciones que incluyen pérdidas urinarias, disfunción intestinal y prolapso de órganos. La mujer promedio en el estudio era de mediana edad, con un índice de masa corporal (IMC) de 29.4, rozando el umbral de obesidad.

El objetivo era ver cómo estos problemas se relacionan con la edad, peso, raza y número de partos. En lugar de basarse en cuestionarios o clínicas especializadas, este estudio usó datos reales de consultas de atención primaria para tener una imagen más clara de lo comunes que son los TSP en la vida cotidiana.

• Una de cada tres mujeres tenía un trastorno del suelo pélvico, pero la mayoría no sabía qué causaba sus síntomas — En esta muestra de atención primaria, el 32% de las mujeres tenía al menos un TSP. La disfunción intestinal afectó al 24.6%, la incontinencia urinaria al 11.1% y el prolapso de órganos pélvicos al 4.4%. Más revelador aún: el 6.5% tenía más de un tipo de TSP, lo que indica que estas afecciones suelen coexistir.

• La edad avanzada y un IMC más alto aumentaban drásticamente la probabilidad de tener uno o más trastornos pélvicos — Cuanto mayor eres, mayor es tu riesgo de un TSP. Por cada 10 años de edad, el riesgo aumenta aproximadamente un 24%. Entre mujeres mayores de 65 años, el 29.6% tenía al menos un trastorno, frente a solo el 12.2% de las menores de 30. El IMC también importaba: cada punto de aumento en el IMC elevaba la probabilidad de problemas urinarios en un 3.8%. Estas estadísticas muestran que tanto la edad como el peso son importantes factores de disfunción pélvica.

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• Las mujeres con dificultades para defecar fueron el grupo más grande y más ignorado del estudio — La disfunción intestinal, especialmente la dificultad para evacuar, fue mucho más común que el prolapso o los problemas urinarios. En total, el 15.8% presentaba estreñimiento crónico o evacuación incompleta, lo que aumenta el riesgo de hemorroides, dolor y daño rectal a largo plazo. Los médicos suelen ignorar estos síntomas, especialmente si las mujeres no los mencionan directamente.

• Muchas mujeres viven con múltiples trastornos pélvicos sin relacionarlos ni recibir derivación a especialistas — En el grupo estudiado, 1 de cada 15 tenía dos o más tipos de problemas pélvicos, pero la mayoría no consultaba a un especialista. Como los médicos de familia no siempre preguntan por estos síntomas, las mujeres pasan años sin diagnóstico, asumiendo que pérdidas al hacer ejercicio o dificultad para ir al baño son “cosas de la edad”.

• La mayoría de los casos de TSP pasan desapercibidos en la práctica general, a pesar de que los signos son fáciles de detectar — Los datos muestran que las mujeres con mayor riesgo—las mayores o con IMC elevado—acuden a atención primaria con síntomas de TSP pero a menudo se van sin respuestas. Es una oportunidad perdida. Herramientas de detección y preguntas simples sobre control vesical e intestinal podrían identificar estos problemas antes de que se conviertan en dolor crónico o aislamiento social.

La mayoría de los trastornos pélvicos no requieren cirugía, pero debes hablar

Según UCLA Health, muchas mujeres asumen que estos síntomas son parte del envejecimiento o algo que deben tolerar. Pero eso es falso. “Los TSP no son normales con la edad”, afirman claramente. Aunque sean más frecuentes con los años, eso no significa que sean intratables o que debas vivir con ellos para siempre.

• Tienes opciones; la cirugía no es tu único camino — Muchas mujeres temen que la única solución para problemas pélvicos sea la cirugía. Pero UCLA Health describe varios tratamientos no quirúrgicos efectivos, según tus síntomas y preferencias. Estos incluyen fisioterapia del suelo pélvico, medicamentos, estimulación nerviosa (como la terapia del nervio tibial) y dispositivos médicos como pesarios que sostienen tus órganos desde la vagina.

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• Fortalecer los músculos del suelo pélvico puede prevenir o revertir síntomas — Ejercicios como los Kegels son una de las herramientas más efectivas que puedes usar por tu cuenta. Estos ejercicios trabajan los músculos que controlan la micción y defecación, mejorando tanto el control como la comodidad. UCLA Health recomienda este autocuidado, ya que estas estrategias pueden retrasar o evitar tratamientos invasivos, especialmente si se detectan a tiempo.

• Los cambios en el estilo de vida importan; tu peso, dieta y hábitos de baño influyen — Pequeños ajustes diarios reducen drásticamente el riesgo de desarrollar o empeorar trastornos pélvicos. Si tu intestino está sano, sigue una dieta rica en fibra para evitar el estreñimiento, reduce cafeína y alcohol para minimizar la irritación vesical y mantén un peso saludable para aliviar la presión sobre los órganos pélvicos. Evitar cargar peso pesado y regular la frecuencia con que vas al baño también ayuda.

• Los médicos no siempre abordan esto, así que deberás abogar por ti misma — Muchas mujeres no son preguntadas sobre sus síntomas pélvicos en chequeos rutinarios. Y como los TSP no son potencialmente mortales, a menudo se postergan. Pero ignorarlos solo empeora las cosas. UCLA Health recomienda pedir una derivación a un uroginecólogo, experto en estos temas, para explorar tus mejores opciones.

El tratamiento del suelo pélvico suele ser más efectivo con un enfoque multidisciplinario. Tu médico de cabecera puede trabajar con un ginecólogo, urólogo o fisioterapeuta pélvico para entender completamente tu situación. Este modelo colaborativo te permite mantener el control mientras exploras primero las opciones menos invasivas.

• Muchas mujeres esperan años antes de buscar ayuda, pero actuar temprano mejora los resultados — Aunque los prolapsos leves a menudo solo requieren observación, algunos casos de incontinencia o problemas intestinales no mejoran solos. No hacer nada suele empeorar el problema. Por eso es importante una evaluación temprana y una intervención personalizada antes de que los síntomas sean demasiado severos o irreversibles.

Cómo empezar a tratar la causa raíz

Si tienes pérdidas al reír, presión pélvica al estar de pie o problemas digestivos persistentes, es hora de identificar la causa. La disfunción del suelo pélvico no ocurre al azar; es resultado de desequilibrios musculares, presión excesiva, mala coordinación o, en algunos casos, traumas pasados como partos o cirugías.

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Pero hay buenas noticias: la mayoría de las veces no necesitas medicamentos ni cirugía. Debes reentrenar los músculos, reducir los desencadenantes y comenzar a apoyar mejor tu cuerpo. Aquí hay cinco acciones que recomiendo para empezar a sanar desde adentro:

1. Reconstruye la coordinación pélvica con terapia personalizada — Si tienes pérdidas de orina, dificultades para defecar o presión pélvica, es señal de que los músculos de tu core están desincronizados.

Los Kegels ayudan, pero no bastan. Necesitas un programa de fisioterapia pélvica que aborde tanto debilidad como tensión. Terapia manual, biofeedback y entrenamiento de coordinación te ayudarán a reactivar correctamente estos músculos. Muchas mujeres notan mejorías en solo 4-6 semanas.

2. Reduce la presión sobre tu suelo pélvico controlando tu peso — Si tienes sobrepeso, ejerces presión adicional sobre vejiga, intestinos y órganos reproductivos diariamente. Este peso debilita los músculos y acelera prolapsos y pérdidas. Empieza caminando a diario, reduciendo alimentos procesados y eliminando aceites vegetales que dañan tu metabolismo. Perder peso es una de las formas más efectivas de aliviar la carga sobre tu suelo pélvico.

3. Deja de hacer fuerza y corrige tu postura en el baño — Si pujas mucho al defecar o sientes que nunca vacías completamente, probablemente estés dañando los músculos que deberían ayudarte. Usa un banquito para elevar las rodillas, respira lento para relajar el core y dale tiempo a tu cuerpo.

4. Protege tus músculos pélvicos de la tensión excesiva — Ejercicios de alto impacto, estrés crónico o abusar de abdominales pueden crear tensión pélvica. Si siempre aprietas glúteos o contraes el abdomen, fuerzas tu suelo pélvico. Prueba movimientos restaurativos como sentadillas profundas, respiración lenta y caminatas en naturaleza. Dejar de tensarte constantemente rompe el ciclo dolor-rigidez.

5. Busca ayuda profesional a tiempo; no esperes años como muchas — Si has tenido un bebé, sufriste trauma pélvico o simplemente sientes que “algo no está bien ahí abajo”, no lo ignores. Los fisioterapeutas pélvicos atienden mujeres de 15 a 80 años con tratamientos personalizados. En muchos lugares no necesitas derivación.

Pide una evaluación, aunque sea solo para hacer preguntas. Ser valorada por un especialista en salud pélvica holística es la forma más rápida de entender qué falla y cómo solucionarlo.