La BBC ha estado intentando llegar a la ciudad sureña siria de Suweida donde los enfrentamientos sectarios entre luchadores druzes y milicias tribales beduinas han matado a cientos de personas. Un alto al fuego frágil se mantiene, pero el area sigue siendo extremadamente tensa.
El lunes, llegamos a seis millas de Suweida, tan cerca como se consideró seguro ir.
“Hay francotiradores druzes operando en la carretera adelante. Esa es la mayor peligro,” un comandante del ejército sirio nos advirtió a medida que nos aproximábamos.
En el camino pasamos por aldeas druzas desiertas, ahora bajo el control total del gobierno sirio.
En la última semana, esta carretera claramente ha sido un campo de batalla. Las tiendas y negocios han sido incendiados. Las aceras están llenas de casquillos de balas.
Cada media milla o así nos encontrábamos con pequeños grupos de soldados del ejercito sirio descansando. Hombres jóvenes, todos de negro, bebiendo té caliente, con sus armas a su lado.

Han pasado cuatro días desde que el gobierno sirio desplegó sus tropas para hacer cumplir un alto el fuego.
El objetivo era intentar poner fin a una semana de violencia sectaria entre la comunidad religiosa druza minoritaria y los beduinos que ha dejado más de 1,000 personas muertas.
Por ahora, ese alto el fuego parece mantenerse, pero es frágil.
A medida que nos dirigíamos al sur, nos encontramos con cientos de beduinos armados agrupados al lado de la carretera.
En sus distintivos pañuelos rojos y blancos, estaban en un estado de ánimo desafiante, disparando salvajemente al aire, mientras los soldados del gobierno sirio miraban con ansiedad.
Todos ellos dijeron que estaban preparados para tomar las armas nuevamente si el alto el fuego se rompe.




Mientras tanto, el Crescente Rojo Sirio ha logrado sacar a algunos de los heridos de Suweida.
En el hospital principal en la ciudad sureña de Deraa, vimos a algunos de los heridos siendo llevados.
Ahmed, 27, estaba cojeando con muletas, todavía en su uniforme del ejercito sirio pero con su pie izquierdo fuertemente vendado.
“Una granada propulsada por cohete explotó, y me golpeó con esquirlas,” dijo, entre dientes.
“Quiero dejar algo claro cuando entramos en Suweida, las casas enfrente de nosotros estaban quemadas, los cuerpos de los niños estaban quemados, había niños con sus cabezas cortadas,” dijo el joven soldado.
“La situación estaba más allá de la imaginación.”
La BBC no ha podido verificar sus afirmaciones.


Fuera del hospital, hablé con Riham Bermawi, una coordinadora del Crescente Rojo Sirio.
Calificando la situación de “catastrófica”, dijo que había escasez de medicinas y kits de primeros auxilios.
“Demasiadas cirugías necesitadas,” añadió.
Ella había logrado sacar a algunos de los heridos de la provincia de Suweida, pero dijo que era probablemente demasiado peligroso en la carretera para intentar otra evacuación médica ese día porque francotiradores estaban disparando a las ambulancias.


Entonces, ¿qué le espera el futuro a Siria?
La semana pasada ha visto la violencia sectaria más grave desde la sublevación siria que llevó al líder rebelde islamista Ahmed al-Sharaa al poder a finales del año pasado.
Esto ocurrió despues de décadas de dictadura bajo el régimen de Assad.
“Todos necesitamos trabajar más por Siria y estar unidos,” me dijo Raed al-Saleh, ministro de gestión de desastres y respuesta de emergencia, en un refugio para desplazados en la provincia de Suweida.
“Tenemos muchos desafíos, pero también tenemos una gran esperanza,” dijo.
“Tenemos hombres sabios en nuestras comunidades así que creo que podemos superar esta fase difícil, y podemos lograr la paz y la justicia.”
Pero en el camino a la ciudad de Suweida, no fuimos testigos de mucho de eso.
