Contando historias a través del objetivo: Aina Gómez Pizá

Aina Gómez Pizá nació en Palma, en un hospital que ya no existe. "Son Dureta", dice. "Ahora lo están reformando." Mucho ha cambiado en Mallorca desde que Aina nació en 1983, pero algunas cosas, como su conexión con la isla y su pasión por contar historias, siguen intactas.

Aina dejó Mallorca a los 18 años para estudiar en Barcelona. Pasó diez años allí, luego se mudó a Madrid y más tarde al Reino Unido, antes de regresar a la isla que llama hogar. "Cuando me fui, era una chica mallorquina con los ojos llenos de ilusión al descubrir el mundo", cuenta. "Ahora he vuelto, he pasado por cosas duras, pero sigo teniendo esa chispa de asombro de cuando era joven."

Aina trabaja como fotógrafa, especializándose en retratos para familias y empresas. Para ella, su trabajo consiste en "conectar y contar historias, ya sea con palabras o imágenes."

No empezó directamente en la fotografía. Su primer amor fue el cine, especialmente los documentales. Dirigió y produjo películas sobre personas, sus culturas, historias y vidas. "Me atraen las historias reales", confiesa. "El desorden y la belleza de la experiencia humana."

Amor, cine y pérdida

Durante el rodaje de uno de esos documentales, conoció a su futuro marido, Salomón. Él era parte del equipo, actuando en una pieza de ficción donde, "estaba completamente calvo, sin barba, con esmalte de uñas blanco… interpretando a un asesino", ríe. Pero su carisma la cautivó, y pronto formaron pareja. "Hubo química desde el inicio. Y todo se volvió serio muy rápido."

Su vida juntos fue creativamente fructífera: rodaron documentales en España y Perú, viajaron por trabajo y se apoyaron mutuamente. Pero justo cuando nació su hija Mayim, Salomón enfermó. "Al princpio no parecía grave", recuerda Aina. "Pensamos que se recuperaría. Pero todo cambió muy rápido." Murió cuando su hija tenía solo siete meses.

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Aina habla de esa experiencia con la claridad de quien ha tenido que procesar un duelo profundo mientras seguía adelante. "No tuve tiempo de llorar como debía", admite. "Había un bebé que necesitaba comer, que no entendía lo que yo sentía. Así que guardé el dolor en una caja y seguí." Volvió al trabajo dos semanas después del funeral, enfocándose en dirigir una escuela de idiomas que ayudó a fundar. "Tenía que ser un éxito, y lo fue. Pero así fue como lo superé: no paré."

La importancia emocional de la fotografía se hizo evidente para Aina mientras planeaba el funeral de Salomón. Se dio cuenta de que apenas tenía fotos de él con su hija. "Al final encontré una, tomada por una amiga en un cumpleaños. Solo una. Es tan valiosa." Ese momento cambió su rumbo profesional. "La gente ve la fotografía como un lujo, pero para mí es una necesidad. Especialmente para las madres. Siempre somos las que sacamos las fotos, nunca salimos en ellas."

Capturando la vida real

Esta convicción la llevó a crear un negocio de fotografía que retrata a las familias tal como son: imperfectas, hermosas, auténticas. "No se trata de esperar a perder cinco kilos", dice. "A tus hijos no les importa cómo luzcas. Les importa que estuviste ahí."

Desde su regreso a Mallorca, Aina también ha desarrollado una vertiente comercial en su trabajo. "Cuando me mudé al Reino Unido, no conocía a nadie. Así que salí a hacer contactos. La mayoría eran dueños de negocios que decían necesitar fotos profesionales. Pero en realidad necesitaban algo más profundo: imágenes que mostraran quiénes son y por qué sus clientes deberían confiar en ellos." Ahora ofrece días de "creación de contenido" en la isla y en el extranjero, ayudando a personas y pequeños empresarios a construir una identidad visual sólida. "Se trata de mostrarte", explica. "No como un avatar o una versión generada por IA, sino como tú." Su trabajo se basa en la autenticidad, incluso al experimentar con herramientas como las funciones de edición potenciadas por IA de Lightroom. "Hay que adaptarse a los tiempos, claro. Pero en el branding personal, no puedes fingirlo todo. Si es artificial, ¿qué queda de ti?"

Legado en movimiento

La pérdida de su marido y el deseo de preservar su memoria para su hija inspiraron un nuevo proyecto: un documental sobre la familia de Salomón. "Mi hija nunca llegó a conocer a su padre ni a su familia paterna", dice Aina. "Y eran personas fascinantes." El apellido de su hija, Shang Gómez, revela una herencia compleja: su abuelo paterno fue adoptado por un artista circense chino, se convirtió en acróbata y viajó por el mundo. "No hay ni una gota de sangre china, pero el nombre cuenta una historia. Y quiero contarla, por ella."

El proyecto, aún en desarrollo, combinará grabaciones familiares, fragmentos de las películas de Salomón y narrativa personal para tejer un retrato sobre herencia, identidad y pérdida. "Es más que un homenaje", aclara. "Es darle a mi hija algo tangible que pueda llevar consigo."

Cuando no trabaja, Aina redescubre la isla a través de los ojos de su hija. "Ahora tiene once años y es toda una artista: canta, baila, actúa. Lo lleva en la sangre." Les gusta nadar y hacer kayak cuando pueden. "Nos encanta el agua. ¡Lo único que no nos gusta es la arena!" A medida que Mallorca sigue cambiando, la conexión de Aina con la isla también evoluciona. "No volví por nostalgia. Volví porque sentí que era lo correcto. Y aunque la vida no ha sido fácil, las cosas fluyen de nuevo."

Puedes encontrar el trabajo de Aina en Instagram: @photoshootinmallorca.

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