La naturalización ha sido frecuentemente vista como la mejor forma de garantizar el derecho a residir en un país y poder regresar en cualquier momento. Sin embargo, esta noción se está volviendo “cada vez más frágil”, según revela un nuevo informe.
El primer informe Estado Global de la Ciudadanía, elaborado por el Observatorio Global de Ciudadanía (GLOBALCIT) de la Universidad Europea de Instituto (EUI) en Florencia, analiza las leyes de nacionalidad en 191 países en 2024.
Los investigadores hallaron que “con el aumento de conflictos armados y actos de terrorismo a nivel global, muchos países han introducido disposiciones para revocar la ciudadanía de una persona por motivos de seguridad nacional”.
Más de un tercio de los países, incluidos muchos europeos, “ahora pueden despojar a una persona de su nacionalidad si sus acciones son consideradas desleales o una amenaza para la seguridad del Estado”, señala el informe, y esta tendencia sigue creciendo.
Esta práctica está ligada a una “creciente securitización de la ciudadanía” desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU. Entre 2000 y 2020, 18 países europeos implementaron medidas para privar de la ciudadanía por razones de seguridad nacional o para contrarrestar el terrorismo. Antes del 2001, estas medidas eran “prácticamente inexistentes”, según el informe.
Recientemente, el gobierno sueco encargó una investigación sobre la revocación de ciudadanía a individuos que amenazan la seguridad nacional. Los partidos de la coalición alemana discutieron esta opción para “simpatizantes del terrorismo, antisemitas y extremistas”. Hungría también modificó su constitución para permitir la suspensión temporal de la nacionalidad por motivos de seguridad.
Oriente Medio y el norte de África son otras regiones donde estas políticas se han expandido, según el informe.
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Formas de perder la ciudadanía
El informe identifica cuatro formas en las que los ciudadanos pueden ser despojados de su estatus por razones de seguridad. Casi el 80% de los países tienen normas que cubren al menos una de estas situaciones.
En 132 países, y dos tercios de los estados europeos, la ciudadanía puede ser revocada por deslealtad o actos que amenacen la seguridad nacional, como traición, espionaje, intento de derrocar un gobierno o terrorismo. Tales normas existen en Bélgica, Estonia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Países Bajos, Suiza, Turquía y Reino Unido.
Sin embargo, en 89 países esta regla solo aplica a personas naturalizadas, no a quienes adquirieron la ciudadanía por nacimiento.
Otro motivo es la comisión de delitos graves, que suele implicar condenas a prisión por un cierto período. Esto existe en 79 países, pero pocos en Europa.
En 70 países, la ciudadanía puede ser revocada por servir en un ejército extranjero, y en 18 solo aplica a naturalizados. En Europa, el 40% de los países —como Francia, Alemania, Grecia, Países Bajos, Estonia, Turquía, Bielorrusia y Bosnia Herzegovina— pueden retirar la nacionalidad bajo ciertas condiciones por servir en otro ejército.
Letonia, uno de estos países, modificó su ley en 2022 para permitir a sus ciudadanos colaborar con las fuerzas militares ucranianas.
También se puede perder la ciudadanía por prestar servicios no militares a otro estado, como ser electo en un cargo público, trabajar para ciertas agencias o simplemente en la función civil. Estas normas existen en 75 países, incluyendo Francia, Grecia y Turquía.
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Los naturalizados, más en riesgo
Luuk van der Baaren, coautor del informe, señaló en su presentación que “estos desarrollos plantean una pregunta crucial sobre hasta qué punto la ciudadanía sigue siendo un estatus legal seguro”.
Los datos también muestran que “gran parte de las disposiciones son discriminatorias, ya que solo aplican a grupos específicos, especialmente ciudadanos naturalizados”.
Esto evita que una persona quede apátrida, pero implica que “los ciudadanos por nacimiento tienen un estatus seguro, mientras que quienes adquirieron la nacionalidad después no”, añadió.
Perder la ciudadanía no solo afecta la seguridad personal y oportunidades de vida, sino también la de dependientes, ya que en el 40% de los países la privación puede extenderse a los hijos.
Otras formas de perder la ciudadanía
Hay otras formas, intencionales o no, de perder la nacionalidad. La más común es la revocación por adquirirla fraudulentamente, existente en 157 países.
156 estados tienen normas para renunciar voluntariamente a la ciudadanía, usualmente evitando la apatridia.
En 56 países, se puede perder la nacionalidad al adquirir otra, y en 55 por residir en el extranjero.
Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho a una nacionalidad”, pero cuatro millones de personas son apátridas “porque su ciudadanía les es negada o no reconocida”, continúa el informe.
Por otro lado, 35 países no permiten renunciar a la nacionalidad o lo hacen prácticamente imposible.
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Derechos desiguales
El informe también analiza las vías para adquirir la ciudadanía y encuentra “caminos altamente desiguales”. El requisito más común es el conocimiento. Menos frecuentes son la autosuficiencia económica, integración cívica o cultural, pruebas de idioma o ciudadanía, y renuncia a otras nacionalidades.
En requisitos de residencia, América y Europa Occidental tienen medidas más inclusivas. En Europa, la ciudadanía también se rige por el Convenio Europeo sobre Nacionalidad, que limita la residencia requerida a 10 años máximo.
En 15 países la espera supera los 10 años: Guinea Ecuatorial (40), Emiratos Árabes (30), Bahréin (25), Catar (25), Bután (20), Brunéi (20), Eritrea (20), Omán (20), Chad (15), Gambia (15), Nigeria (15), Ruanda (15), Sierra Leona (15), San Cristóbal y Nieves (14), e India (11).
