Texto en español (nivel B2 con algunos errores/errores tipográficos):
A parte de ese periodo dorado cuando mis hijos tenían edad para jugar y ver Buffy la Cazavampiros pero aún no eran adolescentes malvados, no creo que sea muy buen padre. Cuando eran bebés me sentía innecesario y inútil, algo que recuerdo casi todos los días. Pero está bien. No podemos ser buenos en todo. Sé leer palabras al revés y boca abajo, pero nunca encuentro mis llaves. Soy genial bailando The Lovecats de The Cure en Dancing Stage MegaMix, pero horrible para el bricolaje.
No me malinterpreten: amo a mis hijos. Me gusta pasar tiempo con ellos como adultos jóvenes porque son inteligentes, divertidos y entretenidos. Pero luego recuerdan que soy su papá y todo se arruina: me piden cosas y me culpan por todo lo malo en sus vidas.
Aproveché que se fueron el mismo fin de semana para tener tiempo sin interrupciones y sumergirme en un juego profundo. Ese juego fue The Alters.
Me encantó la idea: estás atrapado en un planeta y debes clonar versiones de ti mismo para operar una base y sobrevivir. Es brillante. Mejor aún: creas los clones revisando tu vida y eligiendo momentos donde tomaste decisiones que te convirtieron en el Jan Dolski que eres.
Por ejemplo, si elegiste estudiar en vez de trabajar en minas como tu padre, clonas a Jan el Científico, un experto investigador. Si fuiste a plataformas petroleras, creas a Jan Obrero, fuerte y resistente. Si decidiste pasar el día jugando con palabras… bueno, no hay opción de Jan Escritor, lo que demuestra lo inútil que sería en una situación de supervivencia.
Es una mecánica fascinante porque no solo exploras y resuelves problemas, sino que cuestionas la toma de decisiones. Te hace repasar tu vida y preguntarte: "¿Qué hubiera pasado si…?".
Pero es deprimente. No lo recomiendo. Enfócate en la historia del juego, no en la tuya.
El problema es que cuantos más clones tienes, más trabajas para mantenerlos alimentados, sanos y entretenidos. Son unos mimados cuyo idioma nativo es quejarse. No importaba la comida fresca, las películas que veíamos o perder al beer pong adrede: Jan Minero siempre estaba de mal humor y Jan Científico era insoportable.
Justo cuando creía que dominaba la base (con producción automática de filtros de radiación y turnos asignados), tenía que dejar todo para correr y satisfacer a mis dependientes.
¿Entienden adónde voy con esto?
The Alters se vende como un juego de supervivencia sci-fi, pero en realidad es un simulador de paternidad. Lo último que quiero hacer en mi tiempo libre. Mis fracasos en el juego (y son muchos) van acompañados de gritos pidiendo cinco minutos de paz. Mis vecinos deben pensar que mis hijos siguen en casa.
Nunca sentí tan fuerte que soy la persona equivocada para un juego tan acertado. Su guion es sólido, como una versión interactiva de The Martian de Andy Weir. Aborda conceptos filosóficos, como la idea de Camus de que lo heroico es fácil y lo cotidiano es el verdadero desafío. Los gráficos son artísticos: la base se mueve como el Castillo ambulante de Howl. El juego cuestiona el sentido de la existencia, y es conmovedor ver cómo los clones reaccionan. Algunos te odian, otros se fascinan, pero todos comparten recuerdos, desde los pierogi de mamá hasta cómo lidiaste con tu padre abusivo.
Hay imaginación e inteligencia de sobra. Sería una novela o película increíble. El Dominik de los 90, sin hijos ni responsabilidades, habría disfrutado manejar a estos clones quejumbrosos. Es como El Juego de la Vida, divertido de niño pero un infierno cuando lo vives en el asiento trasero del coche. Tal vez The Alters sea perfecto si piensas en tener hijos. De hecho, le digo a todo el que quiera ser padre: jueguen esto primero. A ver si están preparados… o si, como yo, les parece demasiado trabajo.
(Nota: "demuestra" debería ser "demuestra", y posiblemente otros pequeños lapsus similares).*
