Cuando aparece la primera imagen de la secuela de la muñeca diabólica M3gan 2.0, mostrando un desierto con las palabras “en algún lugar de la frontera entre Turquía e Irán” apareciendo como en una película de James Bond, es normal preguntarse si estás en el cine correcto.
La original, una historia de inteligencia artificial (IA) inspirada en *Child’s Play* y *Annabelle*, fue un terror doméstico rápido y convencional, estrenada en el peor momento del año, cuando suelen lanzarse las peores películas. Pero M3gan fue más inteligente que la mayoría, astuta, divertida, y creó un ícono pop cultural instantáneo. Su viralidad la convirtió en un éxito sorpresa (recaudó más de $180M con un presupuesto de $12M). Una franquicia era inevitabla, pero nadie sabía qué esperar de *M3gan 2.0*. En esta secuela, el director Gerard Johnstone cambió el horror por acción, manteniendo el humor y con un estreno en verano. No siempre funciona—demasiado larga, con apuestas muy altas, chistes que no dan risa—pero es entretenida para lo que es.
En *M3gan 2.0*, Johnstone sigue el modelo de *Terminator 2*: M3gan revive para destruir a Amelia, un robot más malvado (interpretado por Ivanna Sakhno). Gemma, la creadora de M3gan (Allison Williams, dando todo otra vez), ahora lucha por el uso ético de la IA, pero debe unirse a su creación cuando Amelia amenaza al mundo.
La trama es ridículamente complicada, con conspiraciones políticas e intrigas corporativas que no parecen necesarias en una película de muñecas asesinas. Pero funciona por su energía, como un *Mission: Impossible* absurdo para adolescentes (me gustó más que el aburrido *Final Reckoning* de Tom Cruise). El giro tonal recuerda a *Happy Death Day 2U*, que pasó de slasher a ciencia ficción confusa. Pero M3gan se reinventa mejor.
Nadie predijo los memes que generaría la primera película, pero la secuela parece demasiado confiada en su viralidad. Afortunadamente, no abusa de eso—sí, baila de nuevo; sí, canta en el peor momento—pero parece orgánico (su versión de *This Woman’s Work* es mejor que *Titanium* de la primera). El problema es que el humor no funciona tanto, salvo un chiste sobre títulos de Steven Seagal.
Johnstone claramente usa esta película para probar su talento en proyectos grandes, pero su debut, *Housebound*, era más original. *M3gan 2.0* tiene un final genérico, aunque bien coreografiado, y aunque entretiene, uno desearía algo más arriesgado. No es peor ni mejor, pero *M3gan 3.0* necesita una actualización.
