Combatiendo las Alergias Alimentarias: Cómo la Tecnología Facilita el Camino Hacia Nuevos Tratamientos Sin Dolor

Las alergias alimentarias afectan a unos 220 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Solo en Estados Unidos, uno de cada 13 niños vive con alergias alimentarias potencialmente mortales, según la organización sin fines de lucro FARE. Un hito importante en este campo se alcanzó en 2024, cuando la FDA aprobó el primer tratamiento biológico para alergias alimentarias tras exposiciones accidentales: Xolair (omalizumab). Aunque hay otros tratamientos en desarrollo, como combinaciones de anticuerpos monoclonales y fármacos inmunoestimulantes, la innovación en este campo sigue siendo limitada.

Sustituyendo métodos obsoletos y peligrosos

Uno de los obstáculos para el desarrollo de nuevas terapias es el uso de herramientas de investigación anticuadas e imprácticas. El proceso de introducir alérgenos para medir reacciones es tedioso y arriesgado. En ensayos clínicos, el método más utilizado es el Desafío Oral de Alimentos (OFC), donde los pacientes ingieren cantidades graduales de alimentos para evaluar reacciones.

Este método suele ser poco concluyente y, en algunos casos, provoca anafilaxia. El estrés de someterse a un OFC, junto con la necesidad de acudir a un centro médico, disuade a muchos de participar en estudios. Los padres tampoco están dispuestos a exponer a sus hijos a alérgenos deliberadamente. Un estudio mostró que el 23% de los niños en un OFC tuvieron reacciones sistémicas, y el 15% requirió epinefrina.

Una alternativa prometedora es el Test de Activación de Basófilos (BAT), que mide la activación de estas células sanguíneas en muestras expuestas a alérgenos. Sin embargo, el BAT es complejo, requiere experiencia y muestras de sangre fresca difíciles de manejar.

Un estudio reciente demostró cómo la tecnología puede resolver estos problemas. Investigadores de la Icahn School of Medicine en Nueva York combinaron reactivos listos para usar con automatización e inteligencia artificial para simplificar el BAT. Esto permitiría a laboratorios sin equipos especializados realizar estudios antes impensables.

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Simplificando los flujos de trabajo en citometría de flujo

El BAT analiza vías anafilácticas específicas en células sanguíneas, pero requiere experiencia y muestras frescas. El proceso tradicional implica al menos 10 pasos manuales y centrifugaciones, algo inviable para muchos laboratorios.

En el estudio reciente (ver aquí), 15 centros clínicos en EE.UU. recogieron 241 muestras de niños de 1 a 3 años. En lugar de procesarlas inmediatamente, se mezclaron con reactivos secos en tubos listos para usar, algunos con extracto de cacahuete para controles. Todos los tubos seguían el mismo protocolo simplificado, reduciendo los pasos de pipeteo de 10 a 4, sin centrifugación.

El nuevo método prioriza facilidad y precisión. Los reactivos secos eliminaron la necesidad de refrigeración, permitiendo su transporte a temperatura ambiente. Menos pasos manuales redujeron errores y variabilidad en los resultados.

Los datos del BAT coincidieron con los de un estudio OFC controlado con placebo, validando su precisión.

Oportunidades futuras

Un BAT optimizado podría impulsar nuevas líneas de investigación. En el estudio, se usaron muestras para entrenar un algoritmo de machine learning, abriendo puertas a mejoras en el diagnóstico.

Los expertos coinciden en que ningún biomarcador por sí solo explica las reacciones alérgicas. La IA podría analizar múltiples biomarcadores para identificar nuevos blancos terapéuticos.

Además, el BAT podría reemplazar al OFC en ensayos clínicos. El OFC plantea dilemas éticos en niños y es logísticamente complicado. Un BAT simplificado permitiría mediciones precisas con solo análisis de sangre.

Hay ventajas de sostenibilidad: los reactivos secos evitan la refrigeración, facilitando la inclusión de centros remotos con infraestructura limitada.

En el futuro, el BAT podría usarse clínicamente para diagnosticar alergias con mayor facilidad.

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A medida que avanza la citometría de flujo, mejorará nuestra capacidad para descubrir nuevos tratamientos y mejorar la vida de pacientes en todo el mundo.

Foto: Flickr/blakespot

Jean-Marc Busnel, PhD, es Principal Investigator en Beckman Coulter Life Sciences y coautor de más de 50 artículos en bioquímica analítica y citometría de flujo. Actualmente lidera un equipo enfocado en investigación traslacional, ganador de la primera fase del FARE Innovation Award Diagnostic Challenge.

Este artículo forma parte del programa MedCity Influencers.