Si alguna vez has tenido la impresión de que los españoles siempre encuentran tiempo y dinero para ir a bares y restaurantes, nuevos datos parecen confirmarlo.
Un estudio reciente revela que la turbulencia económica de los últimos años no ha disuadido a los españoles de salir a comer y beber, algo que para muchos extranjeros en España confirmará viejas ideas sobre el estilo de vida hispano. Las cifras muestran que ocho de cada diez siguen consumiendo en bares a pesar de las presiones inflacionarias y pospandémicas.
Los bares en España son un modo de vida. El país tiene una de las mayores tasas de bares per cápita del mundo, y acogen a todos los estratos sociales a cualquier hora del día, desde un café mañanero hasta un cóctel nocturno.
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Son puntos de encuentro social y, en muchos casos, funcionan como salones comunitarios para los vecinos del barrio. Quedar con amigos y sentarse en una terraza después del trabajo, antes, en el almuerzo o a media mañana, es lo más español que hay. Las terrazas se llenan de locales tomando algo mientras se quejan de lo *escasos* que andan de dinero.
Por eso, muchos españoles viven como si sus cafés, cócteles y cañas (y el socializar que conllevan) ya estuvieran incluidos en su presupuesto mensual. También refleja el estilo relajado y la actitud *mañanera* ante la vida que tanto adoramos: disfruta ahora, ya pensarás luego.
Pero ahora los datos parecen avalar esta teoría.
Según un estudio sectorial de la asociación empresarial AECOC, ocho de cada diez españoles siguen consumiendo en bares y restaurantes, y casi dos tercios (63%) afirman que lo hacen igual o más que antes.
Esto pese a la inestabilidad económica global de los últimos años, con conflictos y aranceles presionando los precios. Las cifras gubernamentales muestran que los salarios medios no han seguido el ritmo del aumento del SMI, dejando las rentas más frecuentes solo 450€ por encima del mínimo legal.
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Aún así, un 33% planea aumentar su gasto en bares respecto a 2024, y casi la mitad (45%) mantiene sus gastos.
Sin embargo, la interpretación varía. Un medio destaca que, aunque el gasto se mantiene, casi un 70% evita invertir más en hostelería y un tercio ha reducido sus visitas.
Un 22% reconoce haber ajustado el cinturón por la situación económica, optando por medidas de control como el *menú del día* (60%), horarios con descuento (56%) o menús más sencillos (40%).
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Hay también una brecha generacional. Los *Gen Z* (18-29 años) son los que más disfrutan yendo a bares (51%), frente al 50% de millennials, 44% de *Gen X* y 39% de boomers.
Que los más jóvenes gasten más, pese a sus dificultades económicas, sugiere que suscriben lo que El País llamó “nihilismo financiero generacional”, reflejado en inversiones arriesgadas como las criptomonedas.
