BOGOTÁ, Colombia (AP) — Los ambiciosos planes de Colombia para desarrollar energía eólica, especialmente en la rica región de La Guajira, enfrentan grandes problemas. Según expertos, muchas empresas se retiran y los proyectos se estancan.
Margarita Nieves, directora de la Red Colombiana de Investigación en Energía Eólica Marina, dijo a The Associated Press que, a pesar de las metas altas —como los 1,1 gigavatios adjudicados en una subasta en 2019— solo dos parques eólicos funcionan parcialmente hoy, con una capacidad total de menos de 32 megavatios.
La Unidad de Planeación Minero Energética de Colombia estima que el país podría generar hasta 18 gigavatios de energía eólica, casi el doble de su capacidad eléctrica instalada actual de 20 gigavatios.
Varias empresas llevaron equipos e infraestructura a Colombia hacia 2021 antes de obtener permisos, pero los parques siguen sin construirse. Los principales obstáculos incluyen falta de infraestructura de conexión a la red en La Guajira, cambios recientes en las regulaciones que reducen ganancias y desafíos sociales y de liderazgo complejos.
Colombia, el tercer país más poblado de Latinoamérica, prometió alcanzar cero emisiones netas para 2050. El presidente Gustavo Petro, el primer líder izquierdista del país, se presenta como ambientalista y defensor de una transición energética justa. Sin embargo, Colombia sigue dependiendo en gran medida de combustibles fósiles —el petróleo es su principal exportación y una gran fuente de ingresos del gobierno.
En 2023, la multinacional italiana Enel se retiró del proyecto eólico terrestre Windpeshi en La Guajira. A fines de 2024, EDP Renewables canceló dos proyectos grandes, Alpha y Beta, también en esa región. En mayo, la petrolera estatal Ecopetrol compró nueve proyectos solares y eólicos a la noruega Statkraft, marcando la salida de esta última del país. Estos proyectos, en La Guajira, Sucre, Córdoba, Caldas y Magdalena, tienen una capacidad potencial combinada de 1,3 gigavatios. Solo uno está operando actualmente; los demás entrarían en funcionamiento entre 2026 y 2027.
La medida es parte de la estrategia de Ecopetrol para reducir su dependencia del petróleo y alcanzar cero emisiones para 2050. Pero los retrasos regulatorios, problemas de gobernanza y posibles impactos en la estabilidad fiscal del país generan dudas sobre el ritmo de la transición y sus efectos económicos.
Nieves advirtió que la situación es "muy preocupante", pues solo dos de más de 20 proyectos planeados avanzan. Destacó la necesidad de acelerar trámites regulatorios, mejorar consultas con comunidades indígenas —como los wayúu en La Guajira— y asegurar infraestructura eléctrica suficiente.
Los retrasos también amenazan las ambiciones eólicas marinas de Colombia.
"Colombia tiene más de 20 años de retraso en energía eólica", dijo Nieves. "Brasil, en contraste, construyó más de 1.300 parques eólicos terrestres en las últimas dos décadas y es líder mundial en producción de turbinas".
Estos proyectos eran parte de la transición energética justa de Colombia, que busca reemplazar combustibles fósiles con energías renovables y apoyar a grupos vulnerables, como los indígenas. La región alberga Cerrejón, una de las minas de carbón a cielo abierto más grandes del mundo, operando desde 1985. La mina tiene solo nueve años de vida útil, y su cierre, sin planes alternativos, afectará gravemente la economía local.
Resistencia de las comunidades indígenas
Para Samuel Lanao, jefe de la autoridad ambiental de La Guajira, la razón principal por la que se venden proyectos de energía renovable con licencia son las tensiones sociales profundas, especialmente durante las consultas previas con comunidades indígenas. Dijo que han surgido enfrentamientos entre empresas y residentes, frustrando expectativas de desarrollo.
"Esto ha sido un golpe duro para La Guajira", afirmó. "Había grandes esperanzas de progreso económico y social con estos proyectos".
Los wayúu, un grupo indígena seminómada de la árida La Guajira, están divididos. Algunos aceptan el apoyo económico de las empresas que instalan turbinas en sus tierras ancestrales, pero otros denuncian impactos ambientales y culturales, y falta de consultas significativas.
Diego Patrón, gerente del proyecto eólico Jemeiwaa Ka’I en La Guajira, reconoció que los primeros esfuerzos eólicos de Colombia comenzaron sin un marco regulatorio claro.
"Estos proyectos enfrentaron una difícil curva de aprendizaje institucional y territorial, perdiendo proyectos estratégicos", dijo. "Pero su legado ahora es la base para nuevas iniciativas".
Patrón cree que se han superado barreras como la representación legítima de las comunidades wayúu, permisos ambientales y resoluciones contractuales, creando condiciones más estables.
También dijo que la desinformación aumentó tensiones y perjudicó injustamente a empresas como EDP, que buscaban apoyar a las comunidades.
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