"La Plaza Mayor de Salamanca en España podría ser la plaza más hermosa del mundo"

La Plaza Mayor de Salamanca: mucho más que una simple plaza

Llamar a la Plaza Mayor de Salamanca "solo" una plaza es subestimarla de una manera heroica.

No seamos modestos: no es exagerar. Esta plaza es una obra arquitectónica impresionante, posiblemente la más bella del mundo.

Su construcción comenzó el 10 de mayo de 1720, y, francamente, los espacios urbanos nunca volvieron a ser lo mismo.

Cada lado de este elegante rectángulo mide unos 80 metros, y aunque aparenta una simetría impecable, en realidad está fingiéndolo. Las fachadas varían hasta un metro. Un encantador truco arquitectónico.

Y aquí un secreto poco conocido: entre los medallones esculpidos que adornan la plaza, hay un busto de… Franco. Sí, ese Franco.

Salamanca fue su base durante el primer año de la Guerra Civil, y décadas después, alguien logró colar su imagen entre personajes como Santa Teresa de Ávila.

Hoy, la ciudad prefiere que no lo notes. Pero alguien sí lo hace, porque el busto suele ser vandalizado —pintado, rayado— y luego limpiado con esmero. En fechas señaladas, incluso tiene guardia propia.

A la plaza se le llama la plaza dorada por la piedra de Villamayor con la que está construida. Cuando el sol la ilumina, brilla.

Los cuatro pórticos que la rodean se llaman "pabellones". Fíjate en el Pabellón de los Petrinero, donde trabajaban los artesanos del cuero, cuando una buena silla de montar era tan imprescindible como un buen café.

Uno de los retos arquitectónicos fue la iglesia medieval de San Martín, justo en medio. En vez de derribarla —¡sacrilegio!—, la rodearon. Clásico pragmatismo español.

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Un proyecto que no se materializó fue una gran torre doble para el ayuntamiento. El suelo no aguantaba el peso. Pero no hay problema: fue trasladada a la cercana Iglesia de la Clerecía. Ve a admirarla allí.

Hay 88 arcos en total. ¿Vas con niños? Desafíalos a encontrar el número 88, escondido bajo un arco en la bóveda del Lienzo de San Martín. (Sí, está ahí).

Y luego están los 477 balcones. No, no es un error de tipeo.

Bajo el arco principal del Pabellón Real hay una inscripción sombría: "Aquí mataron a una mujer. Ruega por ella. Año 1838." Nadie sabe qué pasó. La leyenda dice que las vetas rojizas en la columna son sus manchas de sangre, fosilizadas en la piedra.

PARA SABER MÁS:

Siéntate con una cerveza fría y observa la fachada del Ayuntamiento. Algunas ventanas son "ciegas" —falsas—, parte del diseño para mantener el equilibrio visual. No fue un padre sobreprotector encerrando a su hija, solo simetría llevada al extremo.

Antaño, aquí se celebraban corridas de toros. Un lado tiene balcones continuos porque los residentes insistieron en alquilar las vistas. En su auge, la plaza albergaba hasta 20.000 espectadores. En el siglo XIX, obtener un doctorado en la universidad incluía un rito peculiar: pagar una corrida en la Plaza Mayor.

Pasa por el Café Novelty, fundado en 1905, el negocio más antiguo de la plaza y un buen lugar para escuchar a poetas o políticos.

Y si tienes suerte, verás una tuna: estudiantes vestidos a lo siglo XVI, tocando laúdes y guitarras, cantando en perfecta armonía. Dales una propina —son universitarios, no artistas callejeros (pero, además, necesitan el dinero).

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Ah, y si ves gente tumbada en el centro de la plaza, no te preocupes. Intentan ver los cuatro lados a la vez. Es más difícil de lo que parece, y la tradición dice que trae buena suerte.

¿Vale la pena intentarlo, no?