Dos mujeres interrumpen concierto en la Filarmónica de Varsovia
Crédito: Twitter Ostatnie Pokolenie, collage por EWN
Los manifestantes climáticos lo pensarán dos veces antes de actuar después de que un tribunal de Varsovia confirme la condena.
Un juez ha enviado un mensaje claro a los activistas climáticos de Polonia: las protestas disruptivas no quedarán impunes. Dos integrantes del movimiento "Última Generación" (Ostatnie Pokolenie), que interrumpieron brevemente un concierto en directo, fueron condenados a realizar trabajos comunitarios.
Esta sentencia podría sentar un precedente, sugiriendo que incluso interrupciones cortas y no violentas en espacios culturales podrían tener consecuencias legales.
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Activistas: "¡Nuestro mundo está en llamas!"
El caso se remonta a una protesta en marzo de 2024, cuando dos mujeres irrumpieron en el escenario de la Filarmónica Nacional durante una actuación en vivo. La orquesta no dejó de tocar, y la interrupción duró menos de un minuto.
Durante la protesta, gritaron: "Esto es una alarma. Nuestro mundo se quema. Somos la última generación que puede detener la catástrofe climática. Exigimos inversión radical en transporte público."
A pesar de la breve interrupción, fueron acusadas de alterar el orden público. El tribunal confirmó su condena, imponiéndoles 20 horas de servicio comunitario no remunerado.
La jueza Małgorzata Rutkiewicz-Rząsa reconoció que la causa de las activistas era "socialmente válida", pero subrayó que su método fue inaceptable.
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Jueza: "El fin no justifica los medios"
"Los derechos a la libertad de expresión, manifestación y reunión pacífica no son absolutos", declaró la jueza. "La forma en que ejercieron su libertad superó los límites permisibles e infringió otros derechos y libertades."
Advirtió que tolerar este tipo de protestas significaría que "en prácticamente cualquier espacio, cualquiera con cualquier mensaje podría interrumpir el funcionamiento de una institución."
Las activistas explicaron que eligieron la Filarmónica para llegar a un público que no acude a manifestaciones callejeras. Una de ellas afirmó que buscaban "romper tabúes" sobre el activismo climático en espacios culturales de élite.
Su abogado, Jarosław Jagura, defendió que la protesta fue un acto legítimo de expresión: "La libertad de expresión es fundamental para una sociedad civil."
Pero la jueza respondió con firmeza: "El fin no justifica los medios."
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Aumenta la presión legal contra las protestas climáticas
Este caso es uno más de una lista creciente de acciones disruptivas de Última Generación, parte de una red europea de protesta. En los últimos meses:
- Activistas arrojaron pintura lavable sobre la estatua de la sirena de Varsovia.
- Ocuparon un memorial relacionado con el accidente aéreo de Smolensk.
- Bloquearon el tráfico en ciudades importantes de Polonia.
Mientras, el apoyo público a la acción climática disminuye. Aunque los movimientos ecologistas ganan voz, en Polonia la cifra de ciudadanos dispuestos a sacrificios personales por el clima bajó del 13% en 2022 al 5% en 2024.
Con más presión legal y menos paciencia social, los activistas podrían necesitar replantear cómo (y dónde) transmiten su mensaje.
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